A veces, en semiótica lo que realmente
importa no es lo que se introduce en un fragmento de comunicación, sino lo que se deja en el tintero. Para
representar a Elvis, puede que sólo sea necesario basarse en una parte de él; en este caso bastará con su corte de
pelo. Utilizar una parte para significar el todo o, a la inversa, emplear el todo
para designar una parte, es lo que se llama sinécdoque. Otro ejemplo podría ser
éste: valerse de un italiano para representar a las gentes de Italia (aquí la
parte designa el todo) o emplear un mapa de Italia para representar a un italiano (aquí el todo designa una
parte).
La relación entre la parte y el todo
es uno de los tipos existentes de sinécdoque. Otros tipos son las
relaciones entre miembro y clase, entre
una especie y su género o entre un individuo y un grupo. A continuación damos
un ejemplo de este último tipo: en los periódicos y los programas de televisión
se hace servir a menudo una única persona
para designar una categoría de personas que estos medios intentan
retratar como un grupo concreto. De este modo, estos medios informan sobre la
historia de un criminal concreto con la intención de aludir a los criminales
como grupo. Esto funciona como medio de persuasión, ya que es fácil que los
seres humanos pasen de pensar en un caso específico a tener pensamientos de un
tipo más general que también son negativos. En este ejemplo, las actividades de
un criminal específico servirán para recordamos que no nos gustan los
criminales como grupo.
Supongamos que se nos asigna la tarea
de obtener dinero para una asociación benéfica. Qué es mejor:¿proporcionar unas
estadísticas abstractas sobre la malnutrición del grupo objeto de la
beneficencia -el de los pobres- o presentar una historia sobre una persona
concreta del grupo que esté subalimentada (y de este modo la utilizamos para
representar el grupo al que intentamos ayudar)? Los creadores publicitarios que
gustan de usar la sinécdoque en sus trabajos optarán, probablemente, por este
último tipo, ya que el caso personal tiende a despertar más simpatías que una
serie de estadísticas bastante impersonales.
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